jueves, 22 de agosto de 2013

"La presidenta se fue a la guerra" - Graciela Lusky



En la actualidad, son frecuentes los artículos que pueden encuadrarse no sólo en la interpretación  de la realidad de determinado periodista, sino que obran como verdadera tribuna de doctrina para los lectores del medio que los publica. Ellos son la exposición del pensamiento de un periodista reconocido, en relación a un tema de candente actualidad.
                En ese sentido elegimos a uno de los periodistas de La Nación, Joaquín Morales Solá, y el tratamiento que hace de la problemática gobierno nacional-justicia independiente: http://www.lanacion.com.ar/1517073-la-presidenta-se-fue-a-la-guerra
                Indudablemente en un artículo de opinión, en el que el autor fundamenta su posición ideológica frente a un tema determinado, la objetividad de la noticia periodística se ve opacada y a veces hasta anulada por la interpetación que se hace de los hechos. Así, es importante la utilización de modalizadores que marcan la forma y la intención del autor: modalidades oracionales, el léxico valorativo, figuras retóricas entre las que destacan las metáforas, los signos de puntuación, las preguntas retóricas.
                Desde el inicio Morales Solá se sitúa de una manera determinada poniendo como título “La Presidenta se fue a la guerra”. Según  Grice, podemos determinar que se viola aquí la máxima de calidad, que sostiene que no podemos manifestar algo de lo que no estamos seguros de que sea cierto. Juega entonces en esta argumentación la implicatura producida en el lector: “este es un gobierno que está permanentemente en guerra”. Para ello ha sido necesario reconstruir el auténtico contenido que se ha tratado de comunicar.  No es inocente la utilización del verbo en tiempo pasado. La Presidenta no está yendo a la guerra, ni tampoco irá a la guerra, sino que se fue a la guerra. Inmediatamente asociamos con la canción infantil “Mambrú se fue a la guerra” y podríamos preguntarnos si no se califica de “infantil” esta presunta decisión de la primera mandataria. Esto se ratifica en la siguiente frase: “La Presidenta es la comandante en jefe de la guerra”, que también es inexacta, y el periodista lo sabe. La Presidenta es la comandante en jefe de las FFAA de la Nación. Pero la implicatura es que ella es la que comanda las fuerzas afines en esta guerra caprichosa que ha emprendido.
El uso repetido del pronombre de tercera persona (utilización de los deícticos) refiriéndose a la Presidenta, acumula una sensación de impunidad, en cuanto  a que ha declarado una guerra que no tiene códigos ni medida. De acuerdo a Sperber y Wilson es una ostensión, un señalamiento, una evidencia que determina por su lado la inferencia o interpretación de esa evidencia. Por otra parte el estímulo ostensivo siempre es intencional y su base es un supuesto existente en el destinatario. “…Ella ordenó…”, “…Ella quebró…”, “…Ella volvió a usar….” Hay una imagen que muestra claramente la intención del autor: “…Ella ordenó personalmente a Julio Alak, ministro de Justicia, que echara a jueces a golpes de micrófono…” Otra vez se viola la máxima de calidad, porque ningún ministro anda por ahí dando mandobles con el micrófono. De acuerdo a Grice, la máxima de cualidad es la que habitualmente se privilegia por sobre las otras. No es este el caso. Aquí encontramos una metáfora en la que está implícito el concepto de autoritarismo del que el gobierno hace uso cada vez que actúa. De acuerdo a lo que sostiene Searle, la metáfora es una clase de acto indirecto, (acto ilocutivo diferente del que su forma lingüística hacía prever). El uso de las metáforas va dirigido a la producción de representaciones sociales que el artículo establece y que el diario hace circular sobre la caracterización del gobierno. Las expresiones metafóricas generan implicaturas que contribuyen a definir una situación como crítica. No son elementos aislados sino que forman una red coherente de expresiones que se corresponden con conceptos metafóricos más amplios o abarcadores, que proporcionan el tema central al texto. Aquí el concepto general sobre el que giran los demás es el de guerra.
                Prosiguiendo con el análisis, denominar “…sermón…” al discurso de la Presidenta en su última cadena nacional, también va en esa dirección. Se sermonea a los niños, se profieren sermones a los “creyentes” desde el púlpito. Tanto los periodistas como sus lectores comparten un “estado de sospecha” hacia la política del gobierno nacional que atraviesa toda la argumentación. En el caso de los periodistas utilizan la sospecha y la desconfianza, para instalar el discurso de “lo falso”, “lo engañoso”. Todo argumento es posible de sostener si  la base del discurso es una falacia ad hominem: lo que es kirchnerista es malvado, es veneno, va por nuestros cuerpos y nuestras almas, es la actualización  del aluvión zoológico, es la barbarie. A partir de esta interpretación es legítimo resistir, oponerse, ejercer la violencia verbal...
                También es un recurso argumentativo la utilización de preguntas retóricas: “… ¿Cómo lo sabe? ¿Quién se lo aseguró?...” (se refiere a las palabras presidenciales que dieron por descontado que la Justicia no intervendrá antes del 7 de diciembre). A partir de esto, el periodista usa otro tiempo verbal, acude al potencial diciendo “…podría ser apelado ante la Cámara…”, “…quedaría en suspenso la aplicación de ese artículo…” Puntualmente vemos que la elección del modo verbal señala uno de los momentos de mayor subjetividad en el artículo, ya que lo que Morales Solá sostiene es ni más ni menos que sus deseos al respecto. De alguna manera esto último contesta a las preguntas retóricas del inicio del párrafo. La Presidenta no sabe realmente qué va a pasar.
                Volviendo a la situación belicosa que el gobierno ha implementado, selecciona el vocabulario a partir de ese horizonte. Habla entonces de “…hechos agresivos…”, “…cuestionar brutalmente…”, “…violencia moral…” “…recibió la amenaza…”, en el relato de los hechos judiciales a los que acomoda para que sirvan a su argumentación. Siguiendo a Sperber y Wilson, de estas explicaturas el lector deberá desambiguar lo escrito para llegar a lo que el periodista ha querido transmitir, obteniendo efectos contextuales con un mínimo esfuerzo argumentativo. Las frases mencionadas hacen ostensión de un determinado aspecto a partir del cual los lectores inferirán el contenido que abona la tesis del autor por la cual este gobierno está en guerra, hasta con la justicia.
 Más adelante, se permite dar una interpretación de los hechos, de la que no señala autor, por lo que podemos inferir que es la suya. Por un lado alude al Día D, el desembarco aliado en Normandía, “…que dio un vuelco decisivo a la Segunda Guerra Mundial…”. Y por otro, aparentemente en las antípodas “…por esas casualidades que la historia busca y encuentra…” ( personaliza  una historia que  encuentra lo que él estaba buscando) el 7 de diciembre es el aniversario del ataque japonés a Pearl Harbor. Morales Solá sostiene que las dos referencias son válidas. Hay aquí un guiño muy marcado a los lectores habituales del diario de Bartolomé Mitre. Para ellos, liberales, aliadófilos en su momento, el Día D es un día de triunfo. Como va a ser también la consecuencia del bombardeo a Pearl Harbor, que marcará la entrada de EEUU en la guerra, la que terminará con la derrota total de Japón. En las dos referencias está implicado lo mismo: en el Día D los aliados (¿el grupo Clarín?) comienzan a construir su victoria, mientras que en el ataque a Pearl Harbor, Japón sella su suerte al atacar a la nación más poderosa (¿de nuevo la metáfora para hablar del grupo?). Redondea esta lectura implícita compartida entre el periodista y sus lectores, la frase que termina el párrafo: “…Su reciente discurso fue una manera indirecta de sugerir en público lo que dice brutalmente en privado: A matar o morir…” Otra vez la acostumbrada violación de la máxima de calidad. Se le podría preguntar al periodista, como él lo hace en los párrafos anteriores. “¿Cómo sabe usted que dijo lo que dijo? ¿Y además brutalmente?”. Tanto el autor de la nota como sus lectores lo aceptan como verdadero. Un gobierno que, al decir de Aguinis  (http://www.lanacion.com.ar/1500963-el-veneno-de-la-epica-kirchnerista.) “…no se esmeró en ocultar los frascos de veneno que traía bajo el poncho…”, “…persiguió a los medios de comunicación con dientes de lobo…”, que tiene un “…temperamento destructor…”, que actúa “….repartiendo guadañazos a diestra y siniestra…”, no es para nada extraño que vaya “…a matar o morir…”
                La intención, el acto ilocutivo según Austin, es advertir sobre la profunda crisis institucional que supondría el hecho de que la Justicia fuera vulnerada. El párrafo final  lo dice claramente “…La guerra de Cristina tiene, por ahora, un solo enemigo. La temprana derrota de la Justicia es la primera consecuencia de cualquier guerra…” Es de notar también la aclaración “…por ahora…”, que apela a llamar la atención del eventual lector del diario. Por ahora la Justicia, más adelante usted. Todos estamos en peligro. En palabras de Aguinis “…hay algo peor que la relección indefinida. Es terminar con el actual y débil Estado de Derecho. ‘Ir por todo’ requiere una Constitución que permita a los actuales dueños del poder hacerse del cuerpo y del alma del país (…) Ese es el veneno. Ese es el proyecto…”

                Cerramos este análisis, con una reflexión que hace Edgardo Mocca en su artículo. “La retórica del autoritarismo” (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-206553-2012-10-28.html ): “…En ese lenguaje está implícito que quien lo utiliza no reconoce legitimidad democrática al gobierno adversario. Acepta a  lo sumo su ‘legitimidad electoral de origen’ pero no la legitimidad de su ‘ejercicio del poder’ (…) toda la acción de gobierno(…) se explica por una tendencia congénita del Poder Ejecutivo a concentrar la suma del poder público y a prescindir de todo contrapeso jurídico o político…” Según el autor, la consecuencia más grave de todo esto es la ruptura del contrato democrático, que presupone mutuo reconocimiento entre actores políticos.  El “otro” no es una propuesta para discutir, es un enemigo a combatir.
                               

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