Es el
título del artículo, publicado en La Nación, que ya es toda una definición. En
primer lugar, es una sentencia que no deja nada librado al debate, no hay
preguntas ni búsqueda, solo certezas, y tal como es el estilo periodístico, ya
el título es un resumen del reportaje donde el lector ya sabrá que es lo que va
a encontrar a lo largo del texto.
Algo
que está implícito en el texto: “Existen problemáticas que abarcan todo el
mundo y son motivo de debate en todo el mundo”.
El
problema con Argentina sería una cuestión de tiempos, estamos atrasados en este
debate.
En
cierta manera puede decirse que es verdad, ya que las grandes ideas de
occidente tienen origen en Europa, y luego llegaron a América.
Ideas
como la República, la soberanía, la independencia y la igualdad, primero han
tenido un origen y un debate en Europa, y luego, comenzaron a ser debatidas en
América.
También
podemos extraer de este título, otra falacia que está implícita, que es, el
eurocentrismo, los problemas de Europa son los problemas del mundo, y no es tan
así, los graves problemas religiosos, por ejemplo, importantes en Europa y
Asia, no tienen la misma importancia en América, y como falencia podríamos mencionar
una cierta dependencia cultural, producto de nuestro origen, que nos impidió un
debate propio, una cultura propia y una manera de abordar la vida y los
problemas propia de América, algo que, de a poco, está cambiando y, a pesar de
Sorman, comienza a notarse un debate sobre la problemática americana
independiente de culturas foráneas.
Luego
el autor de la nota incluye un subtítulo: “El intelectual francés analiza al
kirchnerismo”. Del título al subtítulo se produce un abrupto cambio, un giro y
una reducción, de Argentina al kirchnerismo, de algo amplio y vago a algo más
reducido y especifico.
La
primera oración dice que Sorman cree que el kirchnerismo no tiene nada para
enseñarle al mundo y a continuación, que el libre mercado es eficiente, pero no
es justo. Existe, en este caso, la intención implícita, diría una implicatura,
de no superar en este análisis, el estrecho margen de la economía, y dentro de la
economía, todavía más, el estrecho margen del debe y el haber.
Podría
analizarse también lo siguiente: Si el libre mercado no es justo. ¿En que
sentido es eficiente? Sobrevuela la totalidad de la nota, algo cercano a la
falacia de la autoridad puesto que a un economista se lo pone, por ejemplo,
como autoridad en materia de derecho.
Dice
Sorman estar a favor de la redistribución de la riqueza, siempre y cuando “haya
algo para redistribuir”, cualquier economista sabe que desde hace décadas, en
todo el mundo la productividad del trabajo viene aumentando mucho más rápido
que el aumento poblacional. Debería haber, y de hecho existe sobradamente la
suficiente riqueza en el mundo para que no exista nadie en condiciones de
extrema pobreza si la riqueza se repartiera, por lo tanto el argumento es
falso.
Sostiene
Sorman que el Estado de bienestar es “populismo auténtico” y el kirchnerismo
“discurso populista sin ninguna sustancia”. En realidad nunca fue así, en este
caso esta muy presente tanto la vaguedad, como la ambigüedad. “Estado de
bienestar” y “populismo” tienen un significado muy amplio y cambiante.
Siguiendo
con la concepción cultural eurocéntrica, “Estado de bienestar” siempre se
aplicó a los estados europeos de cierto estilo progresista, y “populismo” se
reservó como un concepto despectivo para ser aplicado a los gobiernos de
América latina, de estilo “popular”, un concepto bastante vago también, y para
ser también aplicado a los regímenes autoritarios europeos.
Es
Ernesto Laclau, quien está intentando en estos tiempos, resignificar el
concepto de “populismo” de forma un poco confusa y con poca suerte. Sobre
Laclau, Guy Sorman dice: “No se quien es”, aquí la implicatura es evidente, se
trata de restarle importancia a Laclau, no se si de parte de Sorman o de parte
del periodista, diría más bien que el interés por quitarle importancia a Laclau
es de parte del periodista, es el periodista el que entrecomilla y elige
determinados enunciados para resaltar en lugar de otros, en esa forma se va
orientando la nota hacia donde el periodista quiere. Toda nota periodística,
sobre todo gráfica, termina diciendo más o menos lo que el periodista quiere
decir, el entrevistado es una excusa de la cual se podría prescindir.
Luego
de una breve presentación, el periodista de La Nación intenta divinizar a
Sorman con estas palabras de un sentido casi místico: “siembra una iluminación
tras otra a lo largo de una explicación”, para hacer de Sorman un pensador
indiscutible, en un iluminado. Es un autor de más de veinte libros, y “amigo
del ex presidente francés Nicolas Sarkozy”, como si eso fuera importante, es
otra falacia de autoridad, porque se otorga importancia a alguien porque es
amigo de Sarkozy, algo que no parece un hecho relevante.
El
periodista, un poco pregunta y otro poco afirma: “Para usted, Estado de derecho
y respeto por las instituciones, son claves para el desarrollo económico: en
Argentina no parecen ser conceptos con plena vigencia”. Aquí se está, en
realidad, transmitiéndole a la gente que en Argentina no se respetan las leyes,
es lo que esta implícito en la pregunta, y se invita al entrevistado a sumarse a
esta opinión.
El
estado de derecho y el respeto por las instituciones, son conceptos de gran
vaguedad y ambigüedad (le faltó al periodista agregar lo de “seguridad
jurídica”) son todos conceptos que cada quien los acomoda como mejor le
conviene.
Si,
dice Sorman, Argentina es única, Brasil, Chile, Peru, ya aprendieron, Argentina
no.
“Brasil,
Chile, Peru, Ecuador, todos están de acuerdo en que se necesita democracia,
libre mercado, etc” aquí se comete, seguramente una falacia de atribuir al todo
la opinión de algunas partes, ya que habrá algunos brasileros, chilenos, etc,
como así también hay argentinos que piensan eso, pero generaliza Sorman,
indebidamente y concluye: Brasil, Chile, Peru.
El
periodista le menciona la opinión de Naomi Klein, sobre que existe una especie
de complicidad de los poderosos para utilizar el libre mercado en beneficio
propio. Una obviedad.
Sorman
usa una falacia ad hominem: “Naomi Klein es una especie de mujer de negocios…
las teorías del complot venden”.
Parece
que Sorman subestima el ejercicio crítico en Argentina, cae en un estereotipo
muy europeo. “la idea es que todos deberíamos estar en el mismo bote. El
peronismo es esto: yo tengo razón, usted debe sumarse a mi causa”, parece que
el pensador francés tiene un conocimiento superficial del peronismo.
“El
papel del intelectual es mantener una distancia crítica”, dice Sorman.
“Creo
que he sido mucho más crítico con Sarkozy (con quien coincide ideológicamente)
que con otros políticos precisamente porque yo era muy cercano a Sarkozy”. Aquí
se comete una falacia, que es conocida en teoría radical como “falso crítico”,
que consiste en criticar aspectos superficiales y formales del sistema, sin
desarrollar una crítica del sistema en sus aspectos radicales y esenciales